En una época cada vez más nihilista, vacua y llena de personajes intitulados con nombres rimbombantes, (curiosamente todos ellos en la lengua de Shakespeare), cada vez me siento más orgulloso de mi peculiar forma de trabajar. Independiente, pero compartiendo y conectado con otros profesionales, y con la imperiosa necesidad de crecer y aprender. Pero como dicen en el Souss marroquí, el burro dice “La belleza cuesta” y para avanzar más allá de los modelos prefijados por modas y corrientes, uno tiene que abandonar la zona de confort y tirarse al charco.