El tiempo del silencio

Sólo el ruido cadencioso del mar me acompaña en este día nublado, algo triste y melancólico en las playas de Aglou.

Es el primer día de vacaciones reales que cojo desde hace un tiempo, aunque también debo decir que ya no trabajo con el estres de antes.

Tener como clientes a empresas solamente en mi negocio IslaServer, es una garantía de tranquilidad.

La nostalgia me acompaña y llegan a mi los recuerdos de las dos personas que más quiero en este mundo, ¿o quizás las únicas?

Recuerdos de una pequeña María, que a sus casi seis meses, entro en el agua salda del mar Mediterráneo en las abarrotadas playas de Cullera, y de otros años con ella en el mismo lugar, o en la piscina, juntos mientras la enseñaba a nadar.

Recuerdos de Mirleft y de estas mismas playas, paseando en compañía de la mujer que ha robado mi corazón, llenos del amor, con nuestros silencio lleno de palabras.

Pasan los días y un somos célibes, infelices en nuestra forzada situación que nos lleva a pensamientos duros y difíciles, a sentirnos extraños y solos en nuestros hogares vacíos del otro. A poco, llegará Ramadan. Y aun estaremos así.

Ella esta ayunando ahora, recuperando los días del pasado Ramadan que no completo y siento algo en su interior que a veces le explota frente a mi. ¿Es el ayuno?

En ciertas formas, somos iguales. A veces somos niños que no sabemos lo que queremos, o sentimos la necesidad de que el otro todo lo sepa por nosotros, nuestros deseos, nuestras necesidades, lo que no sabemos ni aun nosotros mismos en ese momento. Que nos adornen el pensamiento. En esas, nos asilamos en nuestro silencio, a la espera de sentir lo que no hemos comunicado con nuestras palabras, sino con un silencio mudo de sentimientos.

No lo se, pero siento temor por mi en los días que han de venir.

No crecí en una familia musulmana, ni en una sociedad igual. No tengo el conocimiento, ni conozco el ritmo y costumbres de las cosas en esas fechas tan especiales.

Siento que serán días difíciles, una verdadera prueba de mi fé, de mis creencias, de mis sentimientos.

Entre tanto, sigo amando en silencio, sigo soñando sin sonidos que acompañen mi película. Cierro los ojos y es el mar el que me trae los hermosos recuerdos.

Una brisa la caricia que no tengo, el olor que llevo dentro, y el rugir de las olas, las sonrisas de mis amores.

Aun así, viejos muros de mi corazón, vuelven a alzarse entorno a él, dejando encerrados tras de sí, los sentimientos que una vez se liberaron, de aquellos que una vez perdí y que ahora, siento otra vez lejos, muy lejos de mi, con el dolor que ello me produce.

¿Debo pues permitir su construcción? ¿O debo derribar los muros del olvido y esperar con dolor su perdón?

Sólo en el silencio de mi corazón, puedo encontrar alguna de las respuestas.