El sueño de mi vida hecho realidad
No recuerdo si alguna vez lo exprese, pero siempre tuve un sueño que nunca se cumplió. Siempre soñé con el amor verdadero, con repetir la historia de mis mayores. Y cierto que se repite una y otra vez, la vida de mi padre en mi.
Fue a los 37 cuando el conoció a mi madre, joven, hermosa, sin experiencia, en un mundo de la vieja España de postguerra, siendo el un vividor, un buscador del futuro que venia ya de largo y pasado, de atormentadas relaciones que a poco o nada le supieron.
Solo recuerdo de ellos, ya con el tiempo de su ausencia, lo que de ellos viví, que no fue sino un amor que se respiraba en la casa. Un amor del que mi madre, fallecido ya mi padre y yo en la pubertad, me hablo lago y tendido, y en su rostro pude ver una mujer enamorada, sola en la vida, que lloraba por dentro la ausencia de su ser amado. Fue ella quien me mostró el amor que un hombre y una mujer pueden tener, más allá de las necesidades, de las hipotecas, del hipócrita valor social que nos lleva muchas veces a convivir con quien no soportamos, con quien no queremos ni nos quiere, con el corazón en la mano, con el respeto sentido.
No he sido un santo, pero tampoco el miserable que se me ha hecho sentir, que aun hoy en día, cuando navego leo palabras de desagradecidas personas, que creen saber de lo que hablan, que creen conocerme, y no tienen ni idea de cómo soy, de lo que he sufrido, cuando lo he dado todo por alguien, y me he sentido solo, realmente sólo.
Hoy, vivo en un mundo de diferente. Con sus dificultades, con las cosas que siempre parece que nos acompañen a los seres humano sen nuestra vida, casi siempre fruto de el mundo que los hombres y mujeres creamos en nuestras sociedades.
Sin embargo, siento la vida correr por mi interior. Siento la maravilla de la creación, la obra de Allah, en cuanto me rodea y fluye a mi alrededor. Siento el amor, que brota de mi interior, puro, calido, lleno de entrega y devoción.
De ella recibo, el amor y el cariño que nunca jamás pude imaginar que me fuera concedido, con una entrega total, con devoción, con amor. Ella me hace sentir la luz de la vida, y me hace caminar por el sendero de la vida, lleno de esperanza, de ilusión, y lleno del cariño que nunca conocí, de una entrega que no pide nada a cambio, más que mi amor.
Se que la vida es a veces un cuadro mal dibujado, del que nos sentimos culpables muchas veces. Un lienzo en el que no conseguimos dibujar el color de la vida, en el que muchas veces plasmamos nuestras imperfecciones y las del otro. Sin embargo, con ella siento que los dos poseemos la paleta de colores del amor, la fuerza necesaria de nuestros corazones, para con la ayuda de Allah, redibujar una y otra vez, cuantos errores surjan en nuestro cuadro, cuantas dificultades desdibujen la composición hermosa que hemos comenzado en nuestras vidas.
Ella es mi amiga. La amiga que nunca tuve, la que me escucha y comprende, la que me da fuerzas y reconforta, a la que hablo de todo aquello que me atormenta, sin miedo a su respuesta, sino al contrario, buscando en su mirada, el calido abrazo de su respeto y su cariño. Ella da la calma en mi interior, que tanto he ansiado en mi vida. Con ella, la violencia enclaustrada de mi pasado, se torna en un paisaje de olvido y perdón.
Siento que soy su amigo, que de mi recibe lo mejor que nunca jamás surgió de mi interior. Siento que ella vive por mi y para mi, y que mis amor, mi cariño, brota a borbotones como fuente inagotable de sensaciones, que solo persiguen el brillo de su mirada, la felicidad que tras su hermoso rostro se dibuja a cada instante que esta cerca de mi.
Ahora a los dos, solo nos queda el tiempo robado de los hombres, sus papeles, su ignorancia, pero a diferencia de ellos, y otros muchos, nuestros tiempo, el que sea, incha allah, es un tiempo hermoso, pleno, por el cual simplemente ha merecido la pena vivir.
Te amo Aicha, y te amare hasta el ultimo de mis días.