A estas alturas, todo el mundo conoce a la Ministra Bibiana Aido, “miembra” del Gobierno de España, por aquello de la Ley de Igualdad, que hace que en cada gobierno del PSOE, entren a formar parte del mismo destacadas inutilidades, algunas de ellas famosas por su incultura, otras por su incapacidad profesional (la incapacidad profesional no es sinónimo de ser muy capaz para llegar a Ministra).
Una de las últimas, en la que refleja el desconocimiento y la fácil demagogia de un presidente que lleva años, con rollos que importan no tanto a lo sociedad como si a un conjunto de ella. Esta señora, tan culta ella, afirma que las mujeres musulmanas en España deben vestir con largos vestidos que les tapen el cuerpo y con el velo islámico, mientras que sus maridos visten ropas occidentales.
Al margen, de que incluso soy consciente, a más a medida que ahondo en el conocimiento del Islam, de que las diferentes ramificaciones, escuelas y en general el Islam, sufren del mismo mal que todas las religiones, que no es sino el uso misógino y machista de la sociedad de los hombres, todavía hay personas como esta, y como otras que por culpa del papel de agentes sociales que sus puestos o trabajos les otorgan, promueven y difunde una idea equivocada del Islam. Antes de continuar, recordar que:
Bien señora ministra, tratare de ilustrar su “miembro” denominado “cerebro” y dotarla de un mayor conocimiento con el fin de que deje de decir estupideces.
En mi caso, mi futura esposa, lleva hijab. Siempre lo lleva, y siempre desea ser vista con él, por quienes no son de su familia, por quien no es su esposo. Ella siente vergüenza si estuviera descubierta y fuera vista por quien no debe. Se siente mal si no lo lleva. Viste, siendo hermosa, pero sin llamar la atención. Su belleza, esta en el interior, y para mi, en todo su ser. Es su creencia, y como a muchas mujeres, debe respetársele, su decisión.
Yo la admiro, y siento su corazón en su mirada, su belleza en sus palabras. Jamás se me ocurriría tratar de convencerla de que dejará de usarlo.Ella se siente orgullosa de su identidad, como mujer musulmana, y yo me siento orgulloso por ella.
En mi caso, siempre fui un coqueto, que me gusto el uso de slips o tanga. Me gusto sentir la libertad de un bañador Speedo, al andar, y nunca me gusto el uso de los pantalones hasta la rodilla, ni tan siquiera los boxers. Ahora, cuando voy a la playa, me cubro de acuerdo al Awrah, con largos pantalones. Siento la necesidad de respetarme a mi mismo, y los que a mi alrededor están.
Con todo esto decirle a la ministra “miembra” de esa caterva de políticos de ultima generación, incultos y demagogos en exceso, deje de hacer aseveraciones gratuitas, que menosprecian el verdadero contenido del Islam («no todas las prácticas culturales tienen que ser protegidas y respetadas» y que aquéllas «que vulneran los derechos humanos y promuevan la desigualdad de las mujeres deben ser criticadas, y además «se deben arbitrar los elementos necesarios para contribuir a eliminarlas») y hable con la propiedad debida, pues una cosa son las prácticas sociales, y otra la moralidad de una religión. Una vez más, como todos los democratas liberales, les gusta de democratizar a los demas, de liberarlos de su supuestos yugos opresores, de su equivocación.
Para los que piensan que el velo es una señal de machismo, puedo decirles que son otras cosas las que hacen que la mujer se sienta en un mundo machista, en determinadas regiones de influencia musulmana. Y esas cosas, son las mismas, que en la sociedad española. Y esas mismas, no se corrigen mediante leyes de igualdad, que elevan a rango de útil quien no lo es, a capaz quien no lo es, por el mero echo de ser mujer. Ni con leyes contrarias a la Constitución que diferencian el castigo por delitos de violencia, según el genero del delincuente. Ni con cuotas de reparto de poder.
El machismo, como todos los males, no se cura desde el ataque a una religión, sino desde la educación de valores, desde la infancia.
De paso, podría dedicar mas ímpetu, a corregir un problema de violencia de genero que acucia a un país, en el que ya empezamos a pensar que por estadística, son los de “fuera” en relación a los del otro lado del Atlántico los maltratadores, y no los nacionales. Podría preocuparse más de que miles de menores de edad, tomen la píldora del dia después como si un caramelo se tratará, o mejor dicho, como una más de las pastillas y drogas que consumen todos los fines de semana, junto litros de alcohol.
Si. A lo mejor, sería mejor no proteger la moralidad alcoholizada, drogada, de la democrática sociedad nuestra, que tanto se preocupa de sacar la mota de polvo en ojo ajeno, y que no se da cuenta de que esta ciega por las piedras de su mentira.
Y de paso, señora mia, no sea tan gratuita y tan inculta que lleva usted una temporada, que no da una.
Señora Ministra, ser musulman, es un acto personal y directo entre el creyente y Dios. No hay un mediador, transmisor, o confesor que hable en nuestro nombre o se dirija a Dios por nosotros. No diga más barbaridades por favor y el animo a que leea un poco más, a que trate de adquirir conocimientos, por otro lado necesarios para quien profiere tamañas barbaridades.
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