Cuando la incultura se convierte en ministrable

A estas alturas, todo el mundo conoce a la Ministra Bibiana Aido, “miembra” del Gobierno de España, por aquello de la Ley de Igualdad, que hace que en cada gobierno del PSOE, entren a formar parte del mismo destacadas inutilidades, algunas de ellas famosas por su incultura, otras por su incapacidad profesional (la incapacidad profesional no es sinónimo de ser muy capaz para llegar a Ministra).

Una de las últimas, en la que refleja el desconocimiento y la fácil demagogia de un presidente que lleva años, con rollos que importan no tanto a lo sociedad como si a un conjunto de ella. Esta señora, tan culta ella, afirma que las mujeres musulmanas en España deben vestir con largos vestidos que les tapen el cuerpo y con el velo islámico, mientras que sus maridos visten ropas occidentales.

Al margen, de que incluso soy consciente, a más a medida que ahondo en el conocimiento del Islam, de que las diferentes ramificaciones, escuelas y en general el Islam, sufren del mismo mal que todas las religiones, que no es sino el uso misógino y machista de la sociedad de los hombres, todavía hay personas como esta, y como otras que por culpa del papel de agentes sociales que sus puestos o trabajos les otorgan, promueven y difunde una idea equivocada del Islam. Antes de continuar, recordar que:

  1. Islam no es un conjunto social por países.
  2. Las actitudes sociales, de carácter regional, nacional, o geográficas, no son el Islam. Sol conforman un estado de cosas relativos a una sociedad concreta y definida.

Bien señora ministra, tratare de ilustrar su “miembro” denominado “cerebro” y dotarla de un mayor conocimiento con el fin de que deje de decir estupideces.

  1. Awrah, que es aquella parte del cuerpo que hombres y mujeres, deben cubrir. su cuerpo. Diferente en ambos casos, en el caso del hombre conforma desde el ombligo hasta las rodillas, y en el caso de las mujeres todo el cuerpo excepto la cara, las manos y los pies. La legislación procede de la interpretación, (nótese lo que digo sobre todo para los críticos, como yo o como los contrarios) de diferentes hadices del profeta y del propio Corán, y esa discusión se la dejo a los estudiosos, pues en mi fuero interno, en mi conocimiento, cabe el pensamiento de otras cuestiones. “Y diles a las mujeres creyentes que bajen su mirada ( de ver cosas prohibidas ) y que protegen sus partes privadas ( de actos sexuales ilícitos ) y que no muestren su belleza mas que lo que tiene que verse, y que sus velos cubran con su Juyubihinna” (Coran 24:31)
  2. Al margen de interpretaciones políticas interesadas como al de la ministra y otros desconocedores del Islam, la razón de ser y de estar, tanto el pañuelo o  Juyubihinna, como de el Hijab es la misma para hombres y mujeres: «basar la importancia de las personas en su interior, y no en la belleza externa». Por otro lado, el recato debe ser por igual entre hombres y mujeres, ya que ambos deben abstenerse de utilizar ropas o vestimentas, que puedan provocar deseo en el otro, atrayendo su mirada. En este punto, suelo ver, cierto grado de hipocresía cuando veo mujeres musulmanas, que llevan el pañuelo incluso tapando totalmente su rostro, pero dejan ver en sus manos, costosísimas joyas de oro en sus manos, cuellos y cara, ropajes caros y muy atractivos, en ciudades o zonas, donde existe un gran grado de pobreza, o incluso con llamativos colores, lujosas o transparentes telas.
  3. La decisión de usar el Hijab, es personal. La mujer decide, su uso. No entremos en polémicas sobre si su uso se promovió, en tal o cual era del mundo islámico, si las interpretaciones son tal y cual cosa. Cada uno de los creyentes, tiene su propia capacidad de decidir como acercarse al mandato divino. Por lo general, la mujer musulmana actual, decide en un momento de su juventud, o incluso después, el uso del hijab. No se trata pues de una obligación impuesta por el marido.
  4. La forma o extensión del hijab, no es igual en todas las decisiones, y pero no se conforma solo con respecto del pelo y la cara, sino que supone el vestir con recato, sin llamar la atención, o de forma que pueda producir excitación en el hombre. Esto no quiere decir, que no pueda sentirse hermosa, elegante, con aquello que decide incorporar como vestuario. El hijab no es solo un pañuelo o velo, si no un conjunto de cuestiones que abarcan desde la ropa, hasta la mirada y el comportamiento.
  5. Su uso, conlleva en la mayoría de los casos, un modo de vida, de moralidad, que nos lleva a sentir la belleza del interior de aquellas parejas hombre y mujer, que se conocen, y en las  que pueda surgir, la llama del amor. Aprovecho para ilustrar a mas de un ignorante, que el Islam, prohíbe el matrimonio concertado por padres o hermanos, ya que la mujer y le hombre, deben jurar contraer matrimonio libres de toda presión, y por decisión propia.
  6. Las mujeres musulmanas, bien desde un plano conservador o mas liberal, usan el velo como seña de su identidad, y en muchos casos, es su arma personal, para combatir la misoginia machista. Desposeerlas o desautorizarlas en el uso del mismo, es justo la acción contraria, a la ayuda pretendida, que por otro lado no solicitan de quien no conoce ni lo más minimo su cultura, su religión.

En mi caso, mi futura esposa, lleva hijab. Siempre lo lleva, y siempre desea ser vista con él, por quienes no son de su familia, por quien no es su esposo. Ella siente vergüenza si estuviera descubierta y fuera vista por quien no debe. Se siente mal si no lo lleva. Viste, siendo hermosa, pero sin llamar la atención. Su belleza, esta en el interior, y para mi, en todo su ser. Es su creencia, y  como a muchas mujeres, debe respetársele, su decisión.

Yo la admiro, y siento su corazón en su mirada, su belleza en sus palabras. Jamás se me ocurriría tratar de convencerla de que dejará de usarlo.Ella se siente orgullosa de su identidad, como mujer musulmana, y yo me siento orgulloso por ella.

En mi caso, siempre fui un coqueto, que me gusto el uso de slips o tanga. Me gusto sentir la libertad de un bañador Speedo,  al andar, y nunca me gusto el uso de los pantalones hasta la rodilla, ni tan siquiera los boxers. Ahora, cuando voy a la playa, me cubro  de acuerdo al Awrah, con largos pantalones. Siento la necesidad de respetarme a mi mismo, y los que a mi alrededor están.

Con todo esto decirle a la ministra “miembra” de esa caterva de políticos de ultima generación, incultos y demagogos en exceso, deje de hacer aseveraciones gratuitas, que menosprecian el verdadero contenido del Islam («no todas las prácticas culturales tienen que ser protegidas y respetadas» y que aquéllas «que vulneran los derechos humanos y promuevan la desigualdad de las mujeres deben ser criticadas, y además «se deben arbitrar los elementos necesarios para contribuir a eliminarlas») y hable con la propiedad debida, pues una cosa son las prácticas sociales, y otra la moralidad de una religión. Una vez más, como todos los democratas liberales, les gusta de democratizar a los demas, de liberarlos de su supuestos yugos opresores, de su equivocación.

Para los que piensan que el velo es una señal de machismo, puedo decirles que son otras cosas las que hacen que la mujer se sienta en un mundo machista, en determinadas regiones de influencia musulmana. Y esas cosas, son las mismas, que en la sociedad española. Y esas mismas, no se corrigen mediante leyes de igualdad, que elevan a rango de útil quien no lo es, a capaz quien no lo es, por el mero echo de ser mujer. Ni con leyes contrarias a la Constitución que diferencian el castigo por delitos de violencia, según el genero del delincuente. Ni con cuotas de reparto de poder.

El machismo, como todos los males, no se cura desde el ataque a una religión, sino desde la educación de valores, desde la infancia.

De paso, podría dedicar mas ímpetu, a corregir un problema de violencia de genero que acucia a un país, en el que ya empezamos a pensar que por estadística, son los de “fuera” en relación a los del otro lado del Atlántico los maltratadores, y no los nacionales. Podría preocuparse más de que miles de menores de edad, tomen la píldora del dia después como si un caramelo se tratará, o mejor dicho, como una más de las pastillas y drogas que consumen todos los fines de semana, junto litros de alcohol.

Si. A lo mejor, sería mejor no proteger la moralidad alcoholizada, drogada, de la democrática sociedad nuestra, que tanto se preocupa de sacar la mota de polvo en ojo ajeno, y que no se da cuenta de que esta ciega por las piedras de su mentira.

Y de paso, señora mia, no sea tan gratuita y tan inculta que lleva usted una temporada, que no da una.

Señora Ministra, ser musulman, es un acto personal y directo entre el creyente y Dios. No hay un mediador, transmisor, o confesor que hable en nuestro nombre o se dirija a Dios por nosotros. No diga más barbaridades por favor y el animo a que leea un poco más, a que trate de adquirir conocimientos, por otro lado necesarios para quien profiere tamañas barbaridades.